Como Fuenteovejuna, todos a una, PP, Ciudadanos y Vox, han decidido manifestarse para “echar a Pedro Sánchez“, olvidándose de que son los ciudadanos los que están legitimados para ocupar la calle, ya que en un democracia consolidada, y cada vez tengo más dudas de que la nuestra lo sea, los políticos deben de defender sus posturas ante las Instituciones, y en el Congreso, y que los gobiernos los cambian las urnas. Parece evidente que vuelve el aznarismo y la “derechona” de siempre, sin complejos, pero ahora dividida en tres partidos, no soporta estar en la oposición, y quiere forzar unas elecciones ante el temor de que, de aprobarse los presupuestos, los ciudadanos puedan apreciar que las cosas pueden hacerse mirando más a la gente que a los grandes intereses económicos.
Lo llamativo, y muy peligroso para el futuro del PSOE, es que los barones que apoyaron en su día a Susana Díaz, y guardan en sus entrañas el rencor de haber sido vencidos, se suban a los púlpitos para acabar también con el Gobierno de Pedro Sánchez; pero cada uno juega a lo que sabe, o a lo que no sabe. Y junto a ellos, los carcas del partido (Guerra y compañía), que son incapaces de dejar a las nuevas generaciones que tomen sus propias decisiones.
Todo por una palabra, “relator”, persona que “hace relación de los asuntos tratados, así como de las deliberaciones y acuerdos correspondientes“, tal como lo define el diccionario de la RAE. Es decir una especie de notario, sin capacidad de decisión, que toma nota y levanta acta de las decisiones que se adoptan, sin ninguna facultad para decidir ni lo que se trata, ni lo que se acuerda. Algunos dicen que el Gobierno no lo ha explicado bien, pero quienes se revuelven deberían primero instruirse de lo que significa. Y nadie ha dicho que sea un intermediario con capacidad de decisión.
Sería el primero en oponerme a cualquier acuerdo con los independentistas de hacerse concesiones fuera de la Ley, y que atenten a nuestra integridad territorial; pero hasta donde sabemos nada de esto se ha producido,y no hay visos de que así sea. Aunque también es cierto que tratar de buscar soluciones con el diálogo, a un problema muy complejo, con altas posibilidades de no conseguirlas, es muy difícil de entender, y en el camino también se pueden cometer algunos errores.
Quizás la mejor solución sea dejar de hablar y agrandar el problema, como así hizo el PP durante muchos años, primero llevando al T.C. el Estatuto aprobado en el Congreso hasta conseguir tumbarlo, después negándose a cualquier tipo de diálogo para agrandar el problema, y ahora proponiendo un nuevo 155, para conseguir aumentar el independentismo en Cataluña, hasta conseguir que la situación se vuelva irreversible. ¿Este es el camino?.